¿Te servirá de algo conocerla?
Según numerosos estudios realizados las personas felices tienen mejores hábitos de salud, una menor tensión arterial y un sistema inmunológico más fuerte que las personas menos felices; en definitiva, la felicidad prolonga la vida y mejora el estado de salud.
Además, cuando se halla amenazada, la gente feliz no sólo soporta mejor el dolor y toma más precauciones relacionadas con la salud y la seguridad, sino que sus emociones positivas anulan a las negativas.
Más allá de todos estos estudios todavía no he conocido a nadie que prefiera la tristeza a la felicidad de una forma duradera, así que si partimos de que es algo deseable, Aristóteles se atrevía incluso a afirmar que la felicidad era el fin último del hombre, podríamos preguntarnos si existe realmente una fórmula para incrementar nuestra felicidad.
Intentos para desvelar esta fórmula ha habido muchos desde los tiempos más remotos, hoy quiero recordaros uno de ellos, nos lo acerca Martin E. P. Seligman en su libro “La auténtica felicidad”, donde nos presenta la Psicología Positiva, movimiento científico que nace en 1998 y que se centra en las fortalezas humanas, las que nos permiten aprender, disfrutar, ser alegres, generosos, serenos, solidarios y optimistas.
Hay otras propuestas interesantes de las que hablaremos otro día, pero ésta es la Fórmula que nos presenta la Psicología Positiva:
F = R + C + V
F: Nivel de felicidad duradera.
R: Rango fijo.
C: Circunstancias de la vida.
V: Factores que dependen del control de la voluntad.
FELICIDAD
Para empezar a entender esto tendremos primero que distinguir entre la felicidad momentánea y la felicidad duradera. La felicidad momentánea puede aumentarse fácilmente incrementando la cantidad de estallidos pasajeros de felicidad: comer chocolate, recibir un masaje, comprarte ese capricho que tanto te apetece …
Por otra parte, acumular este tipo de estallidos pasajeros no garantiza la felicidad duradera.
RANGO
Cientos de estudios afirman que aproximadamente el 50% de casi todos los rasgos de personalidad es atribuible a la herencia genética. Esto parece indicar que heredamos un nivel determinado de felicidad o de tristeza; podríamos decir que existe una especie de termostato que nos mantiene, a pesar de las circunstancias positivas o negativas, en un nivel de felicidad fijo y personal al que volvemos invariablemente.
CIRCUNSTANCIAS
A pesar de este rango fijo, existen una serie de variables circunstanciales externas que podrían ayudarnos a vivir en el extremo superior del rango, eso sí, cada una con diferentes efectos.
A modo de resumen:
1. Vivir en una democracia sana, no en una dictadura empobrecida (gran efecto).
2. Casarse (efecto intenso, pero quizás de relación no causal).
3. Evitar acontecimientos negativos y emociones negativas (sólo efecto moderado).
4. Forjarse un entramado social rico (efecto intenso, pero quizá de relación no causal).
5. Acercarse a la religión (efecto moderado).
Sin embargo, parece ser, según los estudios, que no ayuda mucho hacer lo siguiente:
6. Ganar más dinero (el dinero tiene un efecto escaso o nulo y las personas más materialistas son menos felices).
7. Gozar de buena salud (la que importa es la salud subjetiva, no la objetiva).
8. Elevar al máximo su nivel de estudios (ningún efecto).
9. Cambiar de raza o trasladarse a un clima más soleado (ningún efecto).
Lamentablemente, aunque consiguiéramos sumar todas estas circunstancias externas sólo conseguiríamos un incremento entre el 8 y el 15 % de variación en el nivel de felicidad.
VOLUNTAD
Por otra parte, existen unas cuantas circunstancias internas que sí pueden determinar la diferencia y que dependen de nuestra voluntad.
Si somos capaces de cambiar la forma de experimentar sentimientos sobre el pasado, de pensar sobre el futuro y de vivenciar el presente, tendremos en nuestra mano la posibilidad de incrementar nuestro grado de felicidad de forma duradera.
La Fórmula, como casi todas sencilla, llevarla a la práctica, como casi siempre, algo más complicado.
Aún así, para los que queráis intentarlo, aquí os dejo alguna otra pista.
Las emociones positivas pueden centrarse en el pasado, en el presente o en el futuro.
Emociones positivas respecto al futuro:
– Optimismo,
– Esperanza,
– Fe
– Confianza.
Emociones positivas relacionadas con el presente:
– Alegría,
– Éxtasis,
– Tranquilidad,
– Entusiasmo,
– Euforia,
– Placer
– Fluidez.
Emociones positivas sobre el pasado:
– Satisfacción,
– Complacencia,
– Realización Personal,
– Orgullo,
– Serenidad.
Casi nada, ahora no me digáis que no tenéis por donde empezar.
Post escrito por David Cru, director del Instituto Europeo de Coaching
Un comentario
Me ha encantado leer sobre la felicidad¿cómo puedo asistir a las actividades que organizan?
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